Uno tiende a cometer los mismos errores que cometió en el pasado. Si bien podemos ser muy orgullosos y decir que del error se aprende y que no volveremos a caer en el de nuevo, lo cierto es que la mayor parte de las veces si lo hacemos. Nos equivocamos y volvemos a caernos. Aunque es verdad que cada vez nos es mas fácil levantarnos, terminamos siempre en el piso.
Y si bien es cierto es que no caemos porque seamos torpes y pongamos un pie adelante del otro, sino que hay piedras, esas piedras que nos hacen caer. Y hasta podemos llegar a pensar que esas piedras están destinadas a aparecer, que tienen una razón de ser. Que realmente si se empeñan por seguir apareciendo es porque realmente no hemos aprendido lo suficiente de lo que tienen para enseñarnos. Que asoma una vez mas el cartelito en el msn de que se conecto por alguna razón. Que el destino, cuando vos abriste el mail viejo, se empeño por ponerlo ahí, conectado, para tentarte a vos a hablarle. Que te salude como si el tiempo jamás hubiera pasado sabiendo todavía que morís por el. Uno piensa que es obra del destino. Y así volvemos a darnos la cabeza contra la pared.
Siempre me dicen:
ya vas a dar con la piedrita y te vas a dar cuenta que es la indicada para vos, que te entienda y te ame.
Pero ¿Y si pensamos que esa piedra ya llego a nuestra vida y realmente hicimos algo mal? ¿Y si la piedra nunca llega, porque está en la misma situación, intentando con una piedra equivocada? Y a pesar de los miedos, las inseguridades seguimos caminando, probando.
En conclusión: ¿Por qué siempre tropezamos con la misma piedra? Porque uno busca el sentirse bien cuando deje de hacerlo.